viernes, 9 de enero de 2009

2009 LATINOAMERICANO

La histórica realización de cinco cumbres simultáneas de presidentes del Mercado Común Suramericano (MERCOSUR), Unión de Naciones de Suramérica (UNASUR), Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), del Grupo de Rio y Presidentes de América Latina y Caribe, en Salvador de Bahía, Brasil, el pasado 8 de diciembre, cerró un 2008 esperanzador: con más integración comercial con contenidos comunitarios; con mayor diálogo y concertación política hacia dentro y fuera de la región; con proyectos conjuntos energéticos, financieros y de cooperación internacional; con un claro mensaje al Presidente Barack Obama, de mayor independencia regional frente a Estados Unidos; con la preocupación compartida por mantener y profundizar logros sociales de gobiernos de izquierda en su mayoría; con la reinserción mexicana en la comunidad latinoamericana, al reacercarse a Cuba y Venezuela. Inclusive la Cumbre de los Pueblos del Sur, formada por representantes de organizaciones y movimientos sociales, hicieron una valoración positiva de estas convergencias.

Así como crece la integración y la unidad latinoamericana, ésta región se involucra crecientemente, en asuntos definitorios de la agenda mundial futura, tanto como en conflictos regionales con repercusiones globales. En lo económico, destaca la participación de presidentes latinoamericanos en el Grupo de los 20 (G-20), y el posible resultado de una agenda post-neoliberal, para afrontar la crisis financiera mundial, desde bloques regionales fortalecidos, como los ofrecidos por Suramérica: MERCOSUR, UNASUR y diversas perspectivas alternativas que protagonizan Brasil y Venezuela, en lo financiero con el Banco del Sur, en la integración con la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA), o la Iniciativa de Infraestructura Regional de Suramérica (IIRSA) y su ambicioso programa de construcción carretera y de telecomunicaciones.

En el plano diplomático y estratégico, Latinoamérica espera un año con fuertes turbulencias. En su proyección por mantenerse como una potencia global, ya reconocida, Brasil construyó una amplia gama de alianzas internacionales. Destaca el Grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) al seno del cual la diplomacia brasileña identifica una comunidad de intereses Sur-Sur que le ha dado fuerza a su política exterior, pero que también la compromete con sus aliados en temas conflictivos que corresponden a la proyección de sus potencias aliadas. Los temas conflictivos van de las discusiones sobre el rol de la Organización Mundial de Comercio, hasta las rivalidades ruso-estadounidenses, las aspiraciones manifiestas de China como potencia mundial, o las competencias hindúes por ganarse a Brasil como aliado estratégico, que incomodan al resto del grupo.

Otras coordenadas turbulentas atraviesan por Venezuela y Cuba, países con los que Rusia tiene, desde la percepción estadounidense, peligrosos acercamientos, como las maniobras navales conjuntas ruso-venezolanas en el Caribe Atlántico, o la coordinación militar ruso-cubana que contempla la apertura de una base militar en la isla. Rusia impulsa así, una suerte de posguerra fría para compensar con su presencia latinoamericana, el impulso estadounidense a la invasión de Osetia del Sur; punto de influencia geopolítica rusa. Además, el acercamiento venezolano a Irán y la reciente expulsión del Embajador israelí en Venezuela, a raíz del conflicto de Gaza, introduce un explosivo componente en las relaciones interamericanas.

Washington buscará recomponer la antes incontestada influencia estadounidense en las relaciones interamericanas. Reforzará su presencia militar en el Comando Sur, ampliará la capacidad de su recientemente relanzada IV Flota en el Atlántico suramericano. Además, acentuará la componente militar-geoestratégica de la lucha contra el narcotráfico a través del Plan Colombia, el Plan México y la Iniciativa Andina, aunque ahora se cuestiona su presencia militar, como lo hizo Ecuador, que este año no renovará la concesión de la base de Manta. Panorama geopolítico que, combinado con el declive de la hegemonía comercial y financiera estadounidense, puede deparar escenarios conflictivos para avanzar en la unidad latinoamericana.

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