viernes, 20 de mayo de 2011

LA REVOLUCIÓN DE LOS INDIGNADOS

El desencanto con la política, los partidos y el gobierno está dando sorpresas que nos invitan a reflexionar sobre la indignación que vivimos en México. Se trata ahora de jóvenes españoles, de los que acá llamamos ninis, pero que han creado todo un abanico de protestas sociales para denunciar la ineficacia del supuesto régimen democrático para atender las demandas sociales, en primer lugar contra una clase política que no representa a la mayoría y particularmente a los afectados por la crisis económica, contra la banca como causante de la mercantilización de la vida misma, contra la corrupción de una buena parte de la gestión pública. Un movimiento iniciado por jóvenes, pero también desocupados, jubilados y población de todas las edades, que también están “hasta el culo”, para decir a la española el hasta la madre mexicano.
El campamento montado por los manifestantes en la céntrica y emblemática Puerta del Sol en Madrid, pero también extendido por las ciudades ibéricas más grandes, se radicaliza a unos días de las elecciones municipales y regionales españolas. Dicen los indignados que la especulación financiera que beneficia a los bancos cuenta con el beneplácito de la clase gobernante, mientras que un asunto central vital para la democracia es combatir la desigualdad, pues el desempleo en ese país alcanza la peor cifra de su historia reciente: el desempleo abarca al 21.3% de la población, con más de 4.9 millones de desocupados. Entre los jóvenes se calcula que hay 40 por ciento de ellos desocupados, la mayoría sin beneficios de pago por paro. Además, la inseguridad abarca cada vez más espacios de la vida del español medio, pues el recorte de la política social aunado a la precariedad laboral crea incertidumbre y angustia en la vida cotidiana.
De acuerdo con una nota de El Universal, de México (18-05-2011), este movimiento erige: “Una plataforma apolítica llamada Democracia Real ¡Ya! [que] consiguió sacar a la calle a miles de personas, sobre todo jóvenes, en todo el país sin más ideario que hacer oír su voz en contra del desempleo, la precariedad, los recortes sociales, los bancos y la clase política en general.”. Los indignados aún no tienen un conjunto de demandas articuladas que plantear. Pero más de cien mil personas debaten intensamente lo que toca hacer en las redes sociales. Sobre todo, el campamento madrileño se convirtió en una ágora donde se reúnen pequeños grupos, donde se circulan manifiestos diversos y se discuten ideas sobre el quehacer frente a cartelones pegados a la pared. La indignación es contra una democracia expropiada por representantes separados del ciudadano, contra la voracidad de los bancos, contra los partidos opositores y del gobierno.
Que difícil resulta encauzar la indignación en México. Cuantos obstáculos hay que brincar para poder hacer reformas incluyentes, consultadas de cara a la ciudadanía, que sean pertinentes y oportunas. El secuestro de la representación ciudadana por la partidocracia impide que tengamos una reforma político-electoral que empiece a operar antes de las elecciones de 2012. Tendremos que esperar seis años más para restar poder a esa partidocracia que impide incluso que los tres consejeros electorales del IFE que faltan para completar al Consejo General sean nombrados. Una larga espera para que podamos siquiera tener candidaturas independientes que rompan el monopolio de la representación. Los legisladores tendrán que discutir al vapor la Ley de Seguridad Nacional, sin que hayan sido suficientemente oídas las demandas emanadas de marchas y agrupaciones en contra de la actual estrategia contra el crimen organizado. Entre la Democracia Real ¡Ya! Y la revolución de los indignados que crece en el mundo, estamos rezagados en el México apático.

No hay comentarios:

Publicar un comentario