En el debate entre los frailes
dominicos Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda en el siglo 16, se
traslucieron los dilemas que abrió la colonización española de América: si el
indio podría considerarse persona sujeto de derecho a la libertad y a la
propiedad; si la soberanía reside en dios o en el pueblo formado por iguales
ante la ley; si el ejercicio del poder requiere del consentimiento de los
gobernados. Dilemas que acompañarán a la modernidad entonces naciente con su
programa nunca cumplido. Un debate ganado por Sepúlveda, quien consideraba al
indio como ser inferior necesitado de la tutela del conquistador y justificaba
la guerra como legítima, para pacificar y evangelizar. Sin embargo, la
colonización no se hizo sin resistencias ni contradicciones en su legislación,
pues las avanzadas concepciones de las Casas cuestionaron tanto a los
virreinatos como a las Metrópolis.
Antes ya lo había hecho Francisco
de Vitoria, quien puso en tela de juicio la legitimidad de la guerra de
conquista y fundó las bases del derecho internacional moderno de iguales para
iguales, entre los Estados, aunque estos se ligan indisociablemente al Derecho
de Gentes. Donde se reconoce la igualdad de los nativos ante la ley toda. Sin
embargo, el racismo, el sentido de inferioridad, vienen imponiendo mundos
colonizados. Por un lado, etnias conquistadas, esclavos e ideas libertarias
criollas y que persistían en la metrópoli, y por otro lado los intentos por
consolidar la conquista mediante la colonización, produjeron diversas tensiones
entre resistencias sociales y gobiernos coloniales, las cuales se reproducen en
lo que hoy nombra Aníbal Quijano, destacado intelectual peruano: la
colonialidad del poder, fundada en la sumisión frente a la superioridad
anglo-eurocéntrica, la cual se apoya en lo que Pablo González Casanova nombra
como colonialismo interno.
Primera muestra, el agravio
cometido en contra del Presidente de la República Plurinacional de Bolivia, Evo
Morales. Los gobiernos de Francia y Portugal, condicionaron el tránsito de su
espacio aéreo a que el avión presidencial del primer presidente indio en
América fuera revisado para constatar que el ex agente de la CIA Edward Snowden
no viajara en esa nave. Condición que pusieron esos gobiernos, presumiblemente,
para colaborar con el gobierno estadounidense. Tras varias horas de sobrevuelo,
que pusieron en riesgo la vida del Presidente Morales y la tripulación, el
mandatario boliviano aceptó aterrizar en Austria, donde se inspeccionó la nave
presidencial. La Unión Europea y sus gobiernos actuaron como mundos
colonizados, en los que más allá del Estado de Derecho, despreciaron la
Convención de Viena que asegura inmunidad para la investidura presidencial.
Pero, ser indio, rebelde interno y frente a la política estadounidense, implica
desconocimiento del derecho desde la colonialidad del poder.
Segunda Muestra. La reciente
reunión de preaudiencia del capítulo México del Tribunal Permanente de los
Pueblos (TPP), en la comunidad de San Isidro en el municipio de San Gabriel,
Jalisco, en la que se presentaron acusaciones y denuncias en torno a los temas
de territorialidad, subsistencia y vida digna. Otro Morales, en este caso
Jaime, académico del ITESO, denunció la persistencia de mundos colonizados,
pues “El Tribunal atendió 23 casos donde diferentes comunidades de Jalisco y de México, presentaron las
violaciones a sus derechos a través de la minería, la contaminación de sus ríos
y lagos, la agricultura industrial, los transgénicos y las presas, y expusieron
sus tristezas, frustraciones y esperanzas en la búsqueda de un futuro digno
para ellos y para sus hijos.” Colonialismo interno practicado por empresas y
gobiernos irrespetuosos de derechos ancestrales y actuales. Cerca de ahí, está
el “agroparque”, donde fueron hallados jornaleros esclavizados. Mundos
actualmente colonizados
viernes, 5 de julio de 2013
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