Contra pronósticos adversos y descalificaciones, el voto nulo logró posicionarse como una opción válida a considerar en la jornada electoral del 5 de julio próximo. Su legalidad y legitimidad pasó la prueba, sin que ello quiera decir que haya homogeneidad en las intenciones que sostienen quienes anularán su boleta, como tampoco hay unanimidad respecto al programa a seguir después del próximo domingo; o incluso si se necesita pensar un programa o si con la anulación del voto el mensaje de censura y de inconformidad frente al sistema partidocrático es suficiente. Habrá quienes todavía ven esperanza en algún partido o candidato por el que votarán, y que anularán el resto de opciones; otros/as anularán todos sus votos; habrá algunos/as que esperarán una toma de conciencia que lleve a los partidos a reformarse en una nueva reforma electoral. Pero habrá quienes conciben la anulación del voto como el inicio de un largo proceso organizativo que propicie reformas de fondo de largo alcance.
La Asamblea Nacional por el Voto Nulo, celebrada en la capital del país el pasado 30 de junio, empieza a dibujar una respuesta frente a las interrogantes abiertas por las discusiones sostenidas por 42 organizaciones en el país promotoras de la anulación. Hay un diagnóstico que compartieron estas organizaciones: 1) No se ha empoderado suficientemente el voto, no contamos con un sistema de “premios y castigos” para obligar a quienes delegamos la representación de nuestros intereses a que nos consulten, ni a que nos rindan cuentas, ni a que haya consecuencias que lleve a tribunales a quienes incumplen con su mandato; 2) La partidocracia es incapaz de proponer y menos aún de procesar las reformas constitucionales necesarias para democratizar al país, generar derechos de ciudadanía y afrontar socialmente el impacto nacional de la crisis global; 3) No hay quien vigile y controle a la partidocracia y como ella está impedida para auto-reformarse, es suicida seguirla legitimando electoralmente.
Entre las conclusiones y acuerdos tomados en esta Asamblea Nacional destaca la demanda por una real democracia participativa y la necesidad de un programa mínimo de acción que respalde los formatos participativos demandados. La idea de empoderar el voto incluyó revocación del mandato, referéndum, plebiscito, valor jurídico al voto nulo e iniciativa ciudadana, candidaturas independientes, reducción del financiamiento a partidos, entre otros. No logró consenso la reelección en ninguno de los niveles, pues las heridas abiertas por el descrédito de los políticos lo impidieron. Empero, es un buen inicio, que le da proyección concreta para el futuro inmediato a un movimiento que ha surgido al calor de la creatividad, espontaneidad y lucidez, principalmente de jóvenes, frente a un ambiente adverso mediático y sociológico que los descalifica.
Además de varias actividades a realizarse el día de las elecciones, la Asamblea Nacional acordó reunirse en Guadalajara el próximo 18 de julio para evaluar el impacto del voto nulo, enriquecer y afinar el programa de acción. Percibo cuatro temas en esas futuras discusiones: 1) Otros medios para empoderar el voto, como instrumento de exigibilidad de derechos económicos, sociales, ambientales y culturales; 2) desempoderar la partidocracia, quitándole decisiones unilaterales que refuercen sus cotos de poder, como las diputaciones plurinominales y reforzando el control de la Auditoria Superior de la Federación, con mejoras en transparencia, rendición de cuentas y normas para establecer los sueldos de todos los funcionarios públicos; 3) Fortalecer a los Organismos Públicos Autónomos, como el IFE, terminando con el sistema de cuotas partidarias en sus direcciones y simplificando su funcionamiento; 4) Debatir los alcances de la reforma del Estado y el posible camino hacia una Constituyente pacífica en 2010. Anular el voto entraña validar una esperanza de futuro.
La Asamblea Nacional por el Voto Nulo, celebrada en la capital del país el pasado 30 de junio, empieza a dibujar una respuesta frente a las interrogantes abiertas por las discusiones sostenidas por 42 organizaciones en el país promotoras de la anulación. Hay un diagnóstico que compartieron estas organizaciones: 1) No se ha empoderado suficientemente el voto, no contamos con un sistema de “premios y castigos” para obligar a quienes delegamos la representación de nuestros intereses a que nos consulten, ni a que nos rindan cuentas, ni a que haya consecuencias que lleve a tribunales a quienes incumplen con su mandato; 2) La partidocracia es incapaz de proponer y menos aún de procesar las reformas constitucionales necesarias para democratizar al país, generar derechos de ciudadanía y afrontar socialmente el impacto nacional de la crisis global; 3) No hay quien vigile y controle a la partidocracia y como ella está impedida para auto-reformarse, es suicida seguirla legitimando electoralmente.
Entre las conclusiones y acuerdos tomados en esta Asamblea Nacional destaca la demanda por una real democracia participativa y la necesidad de un programa mínimo de acción que respalde los formatos participativos demandados. La idea de empoderar el voto incluyó revocación del mandato, referéndum, plebiscito, valor jurídico al voto nulo e iniciativa ciudadana, candidaturas independientes, reducción del financiamiento a partidos, entre otros. No logró consenso la reelección en ninguno de los niveles, pues las heridas abiertas por el descrédito de los políticos lo impidieron. Empero, es un buen inicio, que le da proyección concreta para el futuro inmediato a un movimiento que ha surgido al calor de la creatividad, espontaneidad y lucidez, principalmente de jóvenes, frente a un ambiente adverso mediático y sociológico que los descalifica.
Además de varias actividades a realizarse el día de las elecciones, la Asamblea Nacional acordó reunirse en Guadalajara el próximo 18 de julio para evaluar el impacto del voto nulo, enriquecer y afinar el programa de acción. Percibo cuatro temas en esas futuras discusiones: 1) Otros medios para empoderar el voto, como instrumento de exigibilidad de derechos económicos, sociales, ambientales y culturales; 2) desempoderar la partidocracia, quitándole decisiones unilaterales que refuercen sus cotos de poder, como las diputaciones plurinominales y reforzando el control de la Auditoria Superior de la Federación, con mejoras en transparencia, rendición de cuentas y normas para establecer los sueldos de todos los funcionarios públicos; 3) Fortalecer a los Organismos Públicos Autónomos, como el IFE, terminando con el sistema de cuotas partidarias en sus direcciones y simplificando su funcionamiento; 4) Debatir los alcances de la reforma del Estado y el posible camino hacia una Constituyente pacífica en 2010. Anular el voto entraña validar una esperanza de futuro.
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