viernes, 29 de enero de 2010

ENTRE ESTAFADORES TE VEAS

Es lamentable la falta de altura política que tiene el debate sobre la reforma política electoral enviada al Senado por Felipe Calderón en diciembre pasado. Empezando por el propio Presidente Calderón que parece tirarse a los pies, pues sus recientes declaraciones que califican de fraudulentos a partidos y legisladores, exacerban su desencuentro con el Poder Legislativo y con todos los partidos de oposición; lo único que está logrando con ello es que su iniciativa sea desechada en la Cámara alta. Se pueden adivinar algunos objetivos en la propuesta de reforma calderonista: primero, el fortalecimiento del Presidencialismo, mediante los intentos por acotar la actividad parlamentaria cuando el Poder Ejecutivo envía sus iniciativas, pues la reforma propuesta fortalece la capacidad de veto presidencial, exige mayor agilidad al Congreso de la Unión en sus debates e invita a la Suprema Corte de Justicia de la Nación a presentar iniciativas legislativas propias.

En segundo lugar, otro objetivo subyacente en ese proyecto legislativo de Calderón es aceitar los mecanismos de legitimidad presidencial, del sistema político y de partidos, frente a las próximas elecciones presidenciales y legislativas. En los 10 puntos contenidos en su iniciativa, destacan preocupaciones compartidas por ciudadanos/as sin partido en torno al desapego entre representantes y representados, así como por actualizar la legislación electoral en un marco en el que contrasta un creciente abstencionismo, aparejado con una manifestación organizada del voto nulo, y elecciones altamente competidas cuyos resultados dejan insatisfacción e incertidumbre. Sin embargo, la propia ilegitimidad del gobierno calderonista, resultante de un proceso electoral fuertemente cuestionado, le deja sin autoridad moral para sustentar la autenticidad de su llamado a esa ciudadanía inconforme. Se trata además de una Presidencia del país que no consultó a la nación antes de lanzar su iniciativa y que solamente apela como interlocutores a “notables”.

La maquinaria partidista que acertadamente criticó Calderón, se ve amenazada por el carácter supuestamente autoritario de su propuesta. Pero, su inconsistencia y desarticulación interna, aunada a la debilidad de sus interlocutores, convirtieron esa iniciativa en papel mojado. Cada uno de los 10 puntos de la reforma propuesta tienen potencialidades y limitaciones, que si se discuten aisladamente no pueden presentar una oferta legislativa convincente. Así, un Presidente sin proyecto de Reforma de Estado y un sistema partidocrático negado a perder canonjías, produjo un contexto que dinamita una oportunidad histórica de transformar radicalmente la legislación electoral y ordenamientos legales conexos, en torno de la cultura política de participación ciudadana, transparencia con derecho a la información, rendición de cuentas, defensa y promoción de derechos humanos, procuración oportuna y eficaz de justicia. Se tiene que ir más lejos que la reforma de la institución presidencialista y la relación entre representantes y representados.

Quienes estafan a la ciudadanía -aunque aquí no se puede descalificar a todos los representantes electos como estafadores-, están incapacitados para cumplir con esa reforma electoral estructurada con la urgente reforma de Estado. En los foros de debate convocados por el Senado en torno de la reforma calderonista propuesta, lo que destaca es la falta de voluntad de los representantes electos para avanzar hacia una mejor legislación que apunte, aunque sea gradualmente, a la transformación de un Estado abierto y convocante a la participación ciudadana y dispuesto a someterse al escrutinio y sobre todo al mandato ciudadano. Aquella consigna zapatista de “mandar obedeciendo”, no es retórica, pero ante la incapacidad de los representantes electos para estructurar los cambios requeridos, que son de época, de Estado, y no simplemente cambios cosméticos, se fortalece una nueva-vieja idea: la de un pacto constituyente pacífico que integre y estructure una sociedad democrática y participativa. Que excluya a estafadores/as.

No hay comentarios:

Publicar un comentario