viernes, 27 de enero de 2012

MADEJA DE PERVERSIDADES

Hay actualmente tantas manifestaciones perversas en los distintos ámbitos de la vida pública, desde lo local hasta lo global, que me viene la imagen de una madeja tan enredada que no se ve por dónde estirar el hilo. Para tratar de desenredarla propongo visualizar varios círculos que están anudados entre sí y cuya cerrazón hace extremadamente compleja su separación y, sobre todo, la superación del conflicto entrañado en la perversión del espacio público político al que esos círculos llevan. Traición a los principios en que dicen sustentarse, y complicidades que anidan irremediablemente engaños, conspiran contra la democracia como formato de una convivencia razonada, para vivir mejor juntos. Sin embargo, a cada círculo perverso corresponde una manera cívica-social de romper esa dinámica, que impide u obstaculiza el cumplimiento de los objetivos que conforman eso que llamamos bien común.

El círculo perverso de la impunidad. Varias muestras de la actual legislatura que conforma el Congreso local jalisciense; la más reciente: el temor a que aumente la exigibilidad de derechos humanos, de derechos de ciudadanía, evita a toda costa que se fortalezcan los organismos públicos autónomos. Con la reelección al estilo madruguete del Ombudsman jalisciense, se cancelaron posibilidades de hacer un balance público sobre sus cinco años de gestión, tanto como la posibilidad de discutir también públicamente el perfil idóneo para esa responsabilidad. El desprecio por la consulta abierta en uno de los temas relacionados con la calidad de la democracia, como son los derechos humanos, evidencia el deseo de impunidad por parte de los funcionarios públicos, pues hay una visión errada sobre lo que significa defender a la ciudadanía. Es molesto e inclusive impide la justicia “expedita”, el tener que respetar esos derechos, cuando además los derechos sociales, culturales, autosustentables, son absolutamente inviables de cumplir, según la concepción dominante entre los distintos órdenes de gobierno.

Impunidad también del Congreso local, que se expande hacia el derecho a la información y a la rendición de cuentas. La reforma a la Ley de Transparencia de Jalisco, recordemos, criminaliza a los peticionarios de información y les impide contar con información que se clasifica reservada de manera sesgada en el supuesto ordenamiento legal. Asimismo, la imposibilidad de fincar responsabilidades al Auditor Superior de Jalisco, Alonso Godoy, sentó precedentes perversos para el ejercicio de los cargos públicos, quienes deformaron la rendición de cuentas en un teatro de complicidades en el que se intercambiaron letras selladas por la impunidad: ‘tapo tu corrupción si tú tapas la mía’. Las organizaciones sociales tratan de desenredar esas madejas de perversidades relacionadas con los derechos humanos, el derecho de información y la exigencia de transparencia. Aunque por el momento no tienen éxito, sus aciertos ganan credibilidad y construyen memoria colectiva.
El círculo perverso de la inequidad y el racismo. En el ámbito nacional e internacional, el impacto de la crisis sobre la madre tierra y sobre los más excluidos y desvalidos, hace estragos. Sin embargo, la fuerza devastadora de la crisis parece no tener responsables aquí y allá. El dramático impacto de la sequía que azota al país, se olvida, es un fruto amargo de la apertura comercial indiscriminada que relegó el tema de la soberanía alimentaria al cajón de las demandas “premodernas” que impedían la entrada de México a la competencia de las grandes ligas. El hilo más débil, el de los pueblos indios, es la contracara del modelo extractivista y depredador por el que se ha optado desde las esferas del poder dominante. No obstante la discriminación que estos grupos sufren, ellos siguen dando testimonio viviente en el rescate de su dignidad, de su autonomía organizativa y su deseo de equidad.

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